NO MÁS SANGRE ( ECOLOGISTAS EN ACCIÓN)

No más sangre
Del 27 de febrero al 1 de marzo, Albacete tiene el dudoso honor de ser la sede del I Congreso
Internacional de Tauromaquia, convocado bajo el lema “La tauromaquia como patrimonio
cultural”. Por lo pronto, el título ya nos levanta ampollas a mucha gente, porque calificar de
cultura a un espectáculo que consiste en herir a un animal para debilitarlo y luego matarlo,
parece inaudito.
Seguro que allí se darán poderosos argumentos sobre la necesidad de mantener las
tradiciones, que se trata de un arte, que da trabajo y produce economía e incluso que gracias
al toreo no ha desaparecido una especie. Pues bien, aunque todos estos argumentos se
pueden obviamente rebatir, todos ellos quedan una categoría por debajo de la cuestión ética.
¿Es legítimo hacer sufrir (y mucho) a un animal y matarlo para que se divierta la gente? No lo
es, y por tanto ni sus posibles beneficios económicos justifican su persistencia. Debemos exigir
que se reconvierta este sector, como muchos otros se han adaptado a la realidad actual.
Cuando comenzaron los espectáculos taurinos, no existía la consideración a los animales que
hay ahora, y se pensaba que los animales podían usarse para lo que quisiera la humanidad.
Pero la mentalidad ha avanzado, y en todo el mundo se están suprimiendo las salvajadas con
animales.
Hagamos un ejercicio filosófico, y situémonos en el siglo XVIII. Frente a los que pedían la
abolición de la esclavitud, se escucharían los argumentos: “son animales”, “produce muchos
beneficios a la economía”, “es una tradición de muchos siglos”… Ahora cambiemos la
esclavitud por los toros, y todo coincide. Igual de inmoral vemos desde nuestro tiempo y
nuestro país el circo romano o la ablación, que también es una tradición en otros lugares.
En su página web, este Congreso, coorganizado por el Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte y la Fundación de Cultura y Deporte de Castilla-La Mancha, con la colaboración de la
Diputación y Ayuntamiento de Albacete, afirma que analizará la Tauromaquia como fenómeno
cultural de primera magnitud y manifestación del patrimonio cultural inmaterial. Pues bien,
¿cuántas personas asisten en España a este fenómeno cultural de primera magnitud? Las
estadísticas del Ministerio de Educación Cultura y Deportes nos proporcionan una interesante
información. En el 2011, el 8,5% de la población asiste al menos una vez al año a los toros. Por
cierto, en ese mismo periodo la asistencia al circo es del 8,2%, al zoológico un 16,5%, el 12,1%
a un jardín botánico y un 28% a espectáculos deportivos. Habrá que preguntarse si las
administraciones realizan el mismo apoyo a los jardines botánicos que al mundo del toro.
Es patente que el mundo taurino está en decadencia. Esa escasa cifra del 8,5% de asistentes
venía de ser un 9,8% en el 2007, y la juventud está bastante ausente en este asunto. Es por ello
que los poderes económicos taurinos, ayudados de los poderes políticos, intentan su
relanzamiento mediante este Congreso o con su declaración como Bien de Interés Cultural. O,
como ha hecho escandalosamente la Consejería de Educación, reenviando a los directores de
los centros escolares el correo de una empresa por el que ofrece un ¡tentadero didáctico para
niños! en el que “Haciéndoles participar a todos, aprenderán las distintas partes de la lidia,
siempre dirigidos por la atenta mirada de los toreros, quienes les enseñarán a cargar la suerte,
a coger la esclavina, a pegar verónicas, muletazos y pases de pecho”. Haciendo cantera, para
tener clientes en el futuro.
Costará, pero muchos veremos a España desprenderse de esta vergüenza moral, dando fin a la
tauromaquia. Tiempo al tiempo.
Fernando Sánchez. Ecologistas en Acción de Albacete. Febrero de 2015

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